¿Por qué no soy Ehrenburg?
Portnikov Vitaly 23 de mayo de 2017, 10:06 http://espreso.tv/article/2017/05/23/vitaliy_portnykov_chomu_ya_ne_erenburg
El politólogo
ruso e investigador británico Vladimir Pastukhov acaba de compararme con Ilia
Ehrenburg
He estado esperando esta comparación durante tres años,
solo que no he pensado que sería utilizada por primera vez por una persona muy
respetada por mí, por un verdadero amigo de Ucrania y un oponente a la agresión
rusa. Pero siempre he sido consciente de que, tarde o temprano, alguien iba a
querer trazar paralelos injustos entre mis escritos y la recopilación de
artículos de Ilia Ehrenburg "La Guerra".
A diferencia de Vladimir Pastukhov, que en su juventud
leyó las sensacionales memorias de Ehrenburg publicadas en la época del
"deshielo", yo de niño pude familiarizarme no sólo con las memorias.
En mi familia, por algún milagro, se había conservado la recopilación de
artículos "La Guerra", pero no la versión publicada después de la
guerra, sino la versión publicada durante la guerra misma. Incluido el famoso
artículo "¡Mata al alemán!", que ya no volvió a publicarse en los
años de la posguerra.
Recuerdo muy bien el horror que se apoderó de mí luego de
leer este artículo. Recuerdo muy bien que, incluso entonces, me di cuenta de
que con ese texto, Ehrenburg situaba la guerra en un nivel completamente
diferente, que ni siquiera era medieval, sino algo bestial, animal. Al nivel de
Hitler, propiamente, que planeaba el asesinato de todos los judíos.
No me tocó leer nada más horroroso entonces, tal vez
porque los textos nazis eran mucho menos accesibles que el libro de Ehrenburg.
Con los años, llegué a comprender que Ehrenburg no había escrito
ese artículo sin más ni más, por un exceso de odio y emociones. Que en realidad
el autor intelectual del artículo era Stalin. Puesto que para Stalin no existía
otra opción que llamar a asesinar al alemán.
Y no existía otra opción, porque para millones de
soviéticos no había mucha diferencia entre el bolchevismo y el
nacionalsocialismo. La gente que logró sobrevivir el terror rojo, la guerra
civil, la “eliminación como clase” de los kulaks (campesinos fuertes), la
consiguiente hambruna de “Holodomor” en el campo ucraniano, las purgas de
Stalin y los campos del Gulag, no podía imaginarse que llegara algo que pudiera
ser peor. Hitler aprovechó al máximo ese sufrimiento.
Llevó una "guerra santa" no contra los rusos, sino
contra el bolchevismo. - O más bien, contra el "judeobolchevismo" que,
por cierto, en un país de antisemitismo imperial, también era comprensible. Sí,
los bolcheviques ganaron la guerra civil, pero millones de personas seguían odiándolos
como antes. Y razones de más tenían.
Fue entonces que el foco se trasladó desde lo ideológico hacia
lo nacional. A los ciudadanos de la Unión Soviética se les proponía olvidar que
las calles céntricas de sus ciudad llevaban nombres de alemanes, que los
ejércitos soviético y alemán acababan de marchar juntos en una parada militar
en Bialistok, y que, con anterioridad, los trabajadores habían expresado su
solidaridad con la clase obrera alemana, que el camarada Thaelmann seguía
consumiéndose en un campo de concentración y la muralla del Kremlin albergaba
los restos de la camarada Clara Zetkin. Se les pedía que mataran al alemán.
Hay que reconocer que Stalin lo logró y Ehrenburg también
lo logró. La guerra contra el hitlerismo adquirió obviamente el carácter de una
Guerra Patria. Cuando el Ejército Rojo entró en el territorio de Alemania, no
era un ejército de libertadores, era un ejército de vengadores. Que no se
vengaba de los nazis, sino de los alemanes. De los alemanes comunes. Tal como lo
había enseñado Ehrenburg.
El libro de Ehrenburg, en general, está impregnado de
divisiones por criterio de nacionalidad, de grupo étnico - a pesar de cualquier
clase de "internacionalismo proletario" de los bolcheviques. Sólo que
los pueblos de los países que apoyaban a Hitler aparecían como vagabundos,
rufianes y matones, mientras los pueblos de la Unión Soviética se mostraban
unidos por la nobleza y el amor. En el libro de Ehrenburg, las naciones de los
países aliados al Reich eran esclavos y los pueblos de la URSS eran gente
libre.
En el libro de Ehrenburg, los rumanos aliados de Hitler ahorcaban
a "nuestros" tártaros de Crimea. Pero cuando Stalin deporta a los
tártaros de Crimea, Ehrenburg no dijo ni esta boca es mía. Ahí está el quid de
lo que estaba ocurriendo.
Esto se ve reflejado con precisión en la reciente película
de Akhtem Seitablaev "La oración de otros" - una mujer tártara de
Crimea, que había salvado durante la guerra a niños judíos de los nazis haciéndolos
pasar por tártaros de Crimea, tras la liberación de Crimea los salva nuevamente,
pero esta vez de los bolcheviques, revelando el verdadero origen de sus alumnos
judíos en la noche cuando fue deportada por ser tártara
La guerra no había terminado todavía, pero Stalin ya era
Hitler. ¿Qué tanto se diferenciaba el régimen estalinista del de Hitler? Sólo en
una cosa: en los primeros tres años después de la victoria, Stalin no mató a
los judíos. Más tarde, comenzó a hacerlo también. Y si no fuera por la muerte
del dictador, quien sabe dónde habría acabado la gente que se había salvado del
Holocausto.
Es por ello que el enloquecimiento por la victoria de
antaño en Rusia resulta tan inaceptable, y es una absoluta incomprensión del
hecho de que, en mayo de 1945, eran los norteamericanos, los británicos, los
franceses quienes podían celebrar algo, pero los soviéticos, al igual que los
habitantes de los países ocupados por la Unión Soviética en Europa y Asia,
simplemente pasaban de una pesadilla a otra, de una esclavitud a otra. Y para
muchos baste con recordar a los desafortunados habitantes de Corea del Norte
"liberada" por las tropas soviéticas y entregada a la esclavitud del clan
de los Kim, una pesadilla que no ha terminado todavía. Como tampoco ha
terminado para los tártaros de Crimea, seamos sinceros.
No soy Ehrenburg porque no escribiré un artículo misantrópico
"¡Mata al ruso!" o "¡Mata a un ciudadano de Rusia!". No soy
Ehrenburg porque desde el primer día del Maidan vengo escribiendo sobre la
aparición de una nación política ucraniana, en la que caben un ucraniano étnico,
un ruso, un judío, un armenio, un azerí y un tártaro de Crimea.
No soy Ehrenburg, porque escribo y hablo no para una
nación dividida, sino para un país unido, en el que hay lugar para controversias
políticas, pero no hay espacio para una confrontación nacional o una mentira
sobre la Guerra Civil. No soy Ehrenburg, porque escribo sobre la necesidad de desbaratar
el régimen político de Rusia y no sobre un “castigo” al pueblo ruso. No soy
Ehrenburg, porque los nuevos “Ehrenburg” se encuentran en el bando opuesto.
Porque Putin y su propaganda reemplazan constantemente lo
ideológico por lo étnico, hablan de un “mundo ruso”, una “población
rusohablante”, una “defensa de los hermanos”. Porque al igual que Stalin en
1941 los dirigentes rusos no disponen de ninguna otro tipo de argumentos. Y no
es casual que nos llamen fascistas, reconstruyendo de ese modo completamente el
esquema ideológico de la Segunda Guerra Mundial. El esquema de Ehrenburg.
Dicho esquema tiene bastantes admiradores, no sólo en
Rusia sino en Ucrania misma, en el otro lado del frente. Porque la gente en
todo el territorio de la antigua Unión Soviética está literalmente envenenada por
la “Guerra”, incluso sin ser consciente de ello. Hace falta una comprensión
clara de que donde despierte un odio por criterio étnico, donde la sangre
triunfe sobre las convicciones y la ley, allí despierta Hitler y despierta
Stalin.
Pero esta vez no va a resultar nada simplemente porque en
la Segunda Guerra Mundial el régimen estalinista, por una coincidencia de
circunstancias, llevaba una guerra en alianza con democracias, mientras que el
régimen de Putin lucha contra las democracias. Al régimen estalinista le hacía
frente una misantropía similar, al régimen de Putin le hacen frente estados
civilizados.
Y uno de dichos estados es Ucrania. Sí, la democracia
vista por fuera aparece menos fuerte que el autoritarismo, pero tarde o
temprano gana. También porque es capaz de aprender a defenderse.
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